No hubo vómito del alma

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Por tanto, nunca os dije que abomino de mi vida. Que mi matrimonio está roto, que odio mi trabajo. Que mi corazón se ha muerto o lo he matado para poder seguir adelante. Que me enamoré de una mujer inapropiada, inadecuada que me dio calabazas (sé que algún día se arrepentirá porque podía haberla salvado, porque le hubiera dado esperanza y vida). Que sólo quiero quedarme en cama, sin ver a nadie, o perderme. Que necesito una dosis de ilusión en vena de manera urgente y recuperar mi pulso. Que a esa mujer que me dijo que no le gritaría que no se imagina lo que está haciendo, que a mi mujer le diría que lo siento y me he perdido y no quiero que me encuentren. Que quiero una vida fácil, despreocupada, de esas perfectas y ret-a-porter que nos dan todos los días por la tele.

Pero no hubo vómito del alma, y no os dije nada.