Me lo pregunto muchas veces, demasiadas. Algo se ha roto dentro de mí, y no hay manera de arreglarlo. Más de una vez me pregunto si yo mismo quiero arreglarlo. Así que me paso las noches en vela, dándole vueltas a todo, deseando recuperar la ilusión por algo o por alguien, pero sin ánimo ni valor para tomar ninguna decisión, sin nadie a mi lado con quien saltar al vacío.
Pero quizá sea mejor así. ¿Qué haría si la mujer de mis sueños me dijera «verdes ojos tienes»?
Así que aquí estoy, así estoy yo sin ti, como dijo Sabina. Pero no puedo dejar de preguntarme: ¿cómo he acabado así? ¿Ha sido por mi culpa? ¿Por qué ser cobarde es tan fácil y ser valiente cuesta tanto?
¿Por qué hay gente que se conforma con su vida y no lucha por mejorar, por escapar, por ser feliz?¿Por qué no huye, por qué no huyo, por qué no se salva? ¿Por qué acepta su condena y su injusticia?
¿Cuál es el precio de todo esto? porque siempre hay un precio.
Me gustaría gritar, decirle muchas cosas a mucha gente, pero nunca lo hago, nunca me atrevo. Quizá sea mejor así, pero voy a estar arrepintiéndome toda mi vida.