Esta noche no he podido dormir. Han desfilado ante mí todas las horas, todas las campanadas. En mi duermevela me han acompañado pesadillas terribles, con personas aún vivas, ya muertas, o inexistentes, que han destrozado mi corazón angustiado. Malditas verdades que todos sabemos y nadie pronuncia nunca.
Han sido dos torpedos que me han dado en plena línea de flotación, y esta mañana con la luz del día sólo he encontrado mi pecio en la arena, descostillado, desventrado, con dos negros agujeros en el casco por donde se me ha escapado el alma.
Debe de ser eso, debo de haber pasado toda la noche entre luces rojas, sirenas y carreras con el agua subiendo y subiendo, y gritos y pánico en el naufragio. ¡Qué noche tan terrible! De nada han servido las últimas palabras de ánimo, de apoyo, cuando la vida se escapaba a borbotones por las heridas.
¡Qué injusta es la vida, que premia a los necios y castiga a los justos! ¡Qué falso es todo! Ilusión, mera ilusión, dolor para un corazón abierto al sol.
ANDERA: ¿Sabes? Hay cuatro palabras que necesito antes de irme a dormir. Cuatro palabras, cuatro palabras (contando con los dedos) “Buenas noches, dulce niña”. Y eso es todo. Soy muy sencilla, lo sé. El chico que me dice esas palabras, me quedo con él.
P.D. Tengo que poner un vídeo, y el diálogo de una escena de la película Beautiful Girls. Ayer, mientras me hundía, lo intenté, pero salió mal y se borró todo.