Es curioso que escriba esta entrada el día del eclipse, pero no tiene nada que ver con él.
El miércoles pasado llegaron 3 cartas del Ministerio del Amor (en realidad no recuerdo qué ministerio envió las cartas, pero poco importa). En ellas se me reconoce como acreditado para ser profesor en cualquier universidad. Ya puedo ser ayudante doctor, contratado doctor, colaborador y profesor en universidad privada. Desde el punto de vista práctico, significa que en condiciones normales de presión y temperatura voy a ser profesor de universidad para rato.
Una canasta de 3 puntos, aunque lo que importa es si hay tiro libre adicional.
Moralmente, es para mí una señal de que no todo lo que he hecho estaba mal. Una señal de que parte del camino andado, por poco que crea en él, no ha sido tan malo. Que el servicio a tan mal señor nos ha servido para que otros, ajenos y desconocidos, nos reconozcan.
No lo he recibido con gran alegría. Al menos no lo he exteriorizado, aunque por dentro estoy tranquilo al haber logrado un pequeño objetivo que me propuse. No es garantía de nada, y menos en esta UV, pero he acallado a fantasmas y demonios interiores que me asediaban de día a noche.
Voy a seguir peleando por esos cuantos objetivos que me marqué. Hoy es un día de transición, duro y desalmado, heredero de un mal fin de semana y de una desazón interior insondable, abismal, que me corroe.
Algo ha salido bien. Pero no nos creamos nada. Sólo significa que hay que seguir tirando, que hay que seguir aguantando el tirón.