Han sido unos días de infarto. Días grandes de Teresa. Inicio del curso, examen de mi asignatura, fiestas de mi pueblo,…
me falta tiempo, necesito 40 horas al día. El lunes fue un día aciago, con un transformador incendiado y un día entero perdido. Los nervios a flor de piel, la empresa recién montada que es un caos absoluto y se precipita en barrena, sin control ninguno, como un enorme caballo desbocado. Todo se escapa de mi control, de nuestro control, todos los planos de mi vida se difuminan, son una función de ondas sin definir… Estoy poniendo orden en este blog, que tanto ha acusado este infausto inicio. Añado entradas que debieron aparecer la semana pasada, que se gestaron en ese mes de agosto perdido en el final de los tiempos. Lo estoy intentando, lo estamos intentando todos; todos arrimamos el hombro para hacer que esto funcione, y sigo necesitando poner orden en 100 sitios a la vez. Hay que seguir peleando.
Terese con el pelo liso
en año 73
incendiando el paraìso
con la huella azul de sus pies
tan bonita y tan frágil
bailando con extraños
es difícil que no se haga daño
es un pastel de cumpleaños
invitado a un huracán
Eran días grandes de Teresa
disparando contra el cielo de Madrid
eran días grandes de Teresa
yo estaba cerca y la seguí
Teresa y sus poemas rotos
de heridas y oscuridad
ha esperado tanto el desfile
que empieza a desfilar
a los veintiun años
con su vestido blanco
hay un coche para cada chica guapa
un anillo de hojalata
y una soga para collar
Eran días grandes de Teresa
disparando contra el cielo de madrid
eran días grandes de Teresa
yo estaba cerca y la seguí
Teresa haciendo chocolate
en el año 92
para su pequeño niño apache
que está tocando el tambor
ya lo sabes Teresa
como tu siempre dices
lo que quema deja cicatrices
y ahora sentada en la ventana
llegan cartas de tu hermana
puedes esperar sin prisa
que deje de llover
Eran días grandes de teresa
disparando contra el cielo de Madrid
días grandes de Teresa
yo estaba cerca y la seguí
«Días grandes de Teresa», Christina Rosenvinge