Aquí estoy solito, en este cochambroso laboratorio de la universidad, cambiando el tóner de la impresora a solas, abandonado por todo y todos, y oyendo a Gardel.
¿Mi estado de ánimo? Hoy toca Rebeca Jiménez en Gandía, y ahora, en este preciso momento, he decidido no ir al concierto.
Solo, terriblemente solo, no me han quedado ánimos ni ilusiones para afrontar ese reto, para darme esa ilusión. Me hago viejo, será eso. Pero no me apetece cenar por ahí, esperar solo, viendo las caras y los rostros y dándole vueltas a mi cabeza, y luego sumergirme en la melancolía solo, sin red que me pare…
¡Qué lástima! Debía haber ido, pero no está el aire propicio para estampar mejillas. Se borraron las flechas…
Rebequita, lo siento. Ha sido culpa mía. Otra vez será, otro día compraré tu disco y oiré tus canciones y me pondré triste y melancólico por ti. Mil perdones.