Hay por ahí, por la televisión, un anuncio de Cocacola, muy en sintonía con los tiempos que corren, en que dicen que hay más gente donando sangre que en los ejércitos, que amor se busca más que guerra en Google y demás sandeces.
Pero no cuentan que hace infinitamente más daño un tanque que cien mil flores, y que la buena voluntad de las palomas, por muchas que sean, son incapaces de refrenar a los halcones que los destruyen. Sí, puede que hay mucha gente deseando un mundo mejor, pero los que lo hacen peor son demasiado poderosos. Así que este anuncio es apacentarse de viento.
Como lo es algo que me pilla muy de cerca; una empresa constructora grande que se declara, tras larga agonía, en suspensión de pagos. Deben de deber lo que no está escrito, y les embarga hacienda y los bancos, y dejan de pagar a todos, pobres y ricos, incautos y advertidos que trabajaron con ellos. Aunque ellos siguen llevando su tren de vida, sus lujos, su modus vivendi hedónico y nauseabundo, egoísta y cobarde, mientras este país de mierda se hunde por empresarios como ellos y políticos como los que tenemos.
Son las reglas del juego, que no sé quién las puso, pero menudo cabrón pintas debió de ser.