A veces se me escapan las musas, se me derrumba por dentro algo y las linotipias dejan de escribir poemas, relatos, sentimientos atorados en las venas y un sótano inundado de recuerdos, para el que hay que llamar a los bomberos.
A veces se me acaba el combustible, y planeo, aterrorizado, buscando pista o un claro en la selva donde posar mis miedos. O salgo a perderme entre los bosques de ese país donde nunca pude quedarme a dormir.
A veces quiero escribirte un poema, y leo a mis juglares favoritos, escucho las trovas de los cantautores y miro lánguido la luna con la esperanza de poder decirte algo bonito.
A veces me quedo en blanco, echándote de menos, sin saber por dónde salir de este laberinto, dónde puedo encender una luz que nos alumbre, o donde hay un pequeño poyo donde sentarme contigo y con mi alma.
En tardes como ésas, tardes de domingo o de silencio, me doy cuenta de todo lo que soy cuando no puedo abrazarte.