No estés triste esta noche.
No tengo mucho derecho a pedirte
alegría, esperanza o locura.
No tengo crédito en tu corazón
para contratarte un desfile en ropa interior,
o una boda en Las Vegas
o un concierto de Luis Ramiro en vena.
Aunque sí puedo recordarte
que somos eternos, inmensos, luminosos.
Que derribamos muros y atravesamos montañas
si vamos de la mano.
Que, aunque heridos por la vida,
cargados de cadenas,
torturados por errores,
todavía empuño la esperanza
para decirte
que no hay tristeza esta noche,
ni ayer, ni mañana,
que emborrone la carta de amor que me escribiste,
que diluya el futuro
que podemos escribir
si saltamos juntos
desde nuestros fallidos abismos.