Serán las luces del norte de este doctor en la Alaska europea, o será que el gris plomizo me ha hecho darme cuenta de que no estás a mi lado, y entonces me he venido abajo, y he dejado de soñar, sólo para poder echarte de menos mejor.

Y es que esta ciudad ha dejado de tener sentido. Como lo han hecho todas las caras y todas las historias que antes imaginaba: no tenerte aquí, no poder cogerte, hablarte, ponerte rostro y calor y abrazo, hace que ya no desee perderme en ningún sitio si tú no estás aquí.

Es la tristeza que lo empapa todo; es la vida que se empeña en demostrarnos que no vamos a poder ganar. Es esa cobardía mía de no dejarlo todo e irme a soñar a tu lado, estés donde estés, pase lo que pase. Morir sabiendo que nos dirigimos a la orilla.

Hoy tampoco es día para escribir, sino para meterse en la cama y esperar que vengas, aun sin llamarte.