Podría rendirme esta noche
o mañana.
Quizá en un mes; en agosto
o cuando diciembre abra sus dedos.
Pude rendirme hace años,
antes de conocerte.
Puede que me haya rendido y aún no lo sepa.
Puede que me rinda
cuando ya no te vea.
Pero no voy a hacerlo.
No voy a rendirme
porque no quiero.
Porque no puedo.
Porque llegar tan lejos,
a tu lado;
porque tocar el cielo,
besar el infierno,
llegar a lo más alto,
bajar hasta los más bajos fondos;
porque mis hijos,
mis amigos,
mis letras,
mis historias,
mi carrera,
porque yo,
porque tú.
Porque todo eso me recuerda
que, pese a todo lo que hice mal,
nunca me rendí.
Y no voy a hacerlo ahora.
No me rendiré esta noche.
Ni mañana, ni pasado.
Ni nunca.
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