Empieza un largo fin de semana. Sin ti, como siempre. Un fin de semana eterno, interminable, plagado de espinas. Dos domingos seguidos deseando que venga el lunes, que la rutina me lleve a los lugares que tú y yo tenemos.
Pero hay que atravesar este desierto de besos, abrazos y esperanza. Este purgatorio de sentimientos, donde todo duele por tu ausencia, donde los errores son sólidos y palpables, donde echarte de menos es un deporte donde he batido varios records mundiales.
Por cierto, te echo de menos. Los sábados son casi tan malos como los domingos, si tú no estás. Porque si estuvieras, los sábados no saldríamos de la cama hasta el lunes; pero como no estás, aquí me tienes, odiando al mundo desde este triste teclado.
Voy a soñar contigo. Despierto, claro, como siempre hago.