Contigo me quito los miedos
y la armadura
y la ropa
y todo aquello que me hunde
en el océano de la pena.
Contigo,
con tu risa,
con tu mirada,
con tu esperanza,
hago una balsa para escapar
de la isla desierta en que me encontraste
y me lanzo a cruzar un mar
de lágrimas y tempestades,
soñando contigo en la otra orilla.
Podría decir que sin ti,
o mejor dicho, sólo conmigo,
estos días grises
son trenes interminables cargados de soldados
hacia un frente lejano
entre tu corazón y el mío.
Y no quiero partes de guerra
si no es para rendirme contigo;
no quiero bajas
ni armas
ni trincheras
si no sirven para que tú y yo
firmemos una tregua en la cama,
una fiesta en tu calle,
un abrazo en la terraza
donde nos encontramos la primera vez.
Porque contigo pierdo mis miedos,
los papeles
y las llaves de cárcel donde habito
desde que no nos vemos.