En días como éste
brotan mis lágrimas
porque pienso en las tuyas.
En días como éste,
y van unos cuantos,
mendigo tus besos entre el gentío,
tu mano con la mía
y la sombra de tu pelo cuando te inclinas sobre mi hombro.
Porque en días como éste,
días
en que el mundo
arrecia y nos enseña su peor cara,
descubro,
cómo no iba a hacerlo,
que sólo tú podías salvarme,
que sólo yo podía herirte
que sólo nosotros podíamos hacer que esto
fuera
la historia
de amor
más grande
de nuestras vidas.