Eres
esa luz que todo lo puede,
que en la distancia
ilumina los sentidos
y aplaca la tristeza.
Eres
un soplo de ternura
que barre las miserias y el miedo,
eres la promesa
de un amanecer dulce, bondadoso;
de un mañana a tu lado.
Eres
la manecilla del reloj,
el agua de mi fuente,
la mirada tierna que cierra mis ojos,
la voz que calma mi dolor
cuando el mundo aprieta.
Eres
deseo, vida, esperanza
y a la vez
el miedo a no tenerte,
la pena de tu ausencia,
el dolor de no abrazarte cuando termina el día,
de no despertarme contigo
tras pelearnos toda la noche.
Eres
todo lo que siempre quise,
lo que ahora quiero y necesito.
Eres un regalo que la vida me debe,
y ahora reclamo para mí, para ti,
para nosotros.
Eres
el último tren
que cojo tarde, roto, herido, cansado
para salir de este infierno
y recalar entre tus brazos,
el lugar
donde quiero quedarme
hasta que se acabe el tiempo en los relojes.
Eres tú,
y solo tú.
Porque aun rota y desfallecida y malherida
brillas en medio de la tormenta,
traes la esperanza a éste mi fantasma,
haces de mi mundo
un lugar mejor
al que quiero subirme contigo,
del que quiero bajarme si tú no estás en él.