Corazón perdido: razón aquí

en
Nieve en la ventana, Rafa Pons y Luis Ramiro
Hoy no sé muy bien
dónde tengo el corazón,
si a la izquierda, en el centro o a 400 km de aquí,
perdido entre el tráfago de la Gran Vía,
mientras tú miras un escaparate de la Casa del Libro
y yo busco entradas del Rey León.

Así que he dejado la puerta abierta a la tristeza
para que me deje claro
que hoy tampoco te tengo,
que hoy,
este corazón triste y marchito,
gotea poesía por la cicatriz de tus besos.
He dejado que la tristeza
carcomiera los recuerdos del pasado,
dejara sitio a las fotos y maletas
que traes cuando cuelgas tu risa en mi perchero,
tu abrigo entre mis brazos.

Y la felicidad,
que era una puta vestida de verde,
corría con tacones por la acera
mientras tú y yo esperábamos
a ambos lados de un semáforo en rojo
que tardó una eternidad en acercar tus brazos a los míos.

Hoy no sé muy bien
si quiero tu amor o tus recuerdos,
tus besos o tus labios
que saben a té y a humo de cigarro
y a deseo caducado de un pasado que nunca existió
entre tú y yo,
pero que creamos minuciosamente,
en lo oscuro de una cama,
para crear un refugio,
para levantar, como Atlas, al mundo
y ponerlo en un vaso de agua en tu mesilla.

Hoy busco mi corazón en los despojos
que ha dejado la tristeza a su paso,
y no lo encuentro.
Quizá sea,
eso espero,
porque ha salido de viaje a tu nido
y ahora
duerme a tu lado,
en paz,
feliz,
esperando que un día lo encuentre
y me quede a vivir
en un país donde estamos tú, yo
y doce anaqueles con recuerdos
que nos calientan en los días de invierno.

Hoy no sé dónde tengo mi corazón.
Si lo ves,
mándame la ubicación
para acudir a recogerlo.
Y,
hasta entonces,
cuidámelo.
No tengo otro,
no tengo más corazón
que ese
que he perdido,
que ha perdido
y ahora no encuentro.