He encontrado al amor de mi vida

en
Aunque tú no lo sepas. Quique González y Luis García Montero
He encontrado al amor de mi vida,
aunque ella aún no lo sabe.

Ha sido,
cómo no,
en ese Madrid soñado.
Ella
corría por Huertas de la mano de sus amigas,
con flores en el pelo
y la risa como escudo,
la falda al viento.

La miré, como siempre, como a todas, pensando:
Las chicas como ella no se fijan en tipos como yo.
Y seguí caminando.

Pero se fijó.
Y me siguió,
recogiendo las lágrimas de versos que se me caían,
leyéndolas una a una
y lanzándome,
una a una,
todas las flores de su pelo.

No era una chica normal,
obviamente
era alguien especial,
era el amor de mi vida.
Aunque ella no lo sabe.

Como yo,
que ni sé su nombre ni su talla de zapatos,
pero sé que es el aliento que quiero en mis mañanas,
el calor deseado de los abrazos
y el tamaño ideal de cintura para sujetar con mis manos,
los labios justos que quiero besar,
los ojos que quiero que me miren
todos los días
y las noches
y los atardeceres
y el estremecimiento de la aurora junto a su cuerpo,
junto a tu cuerpo.

Así que, como en el anuncio apócrifo de Shackleton,
parto a buscarte,
quemo mis naves,
encuaderno mis poemas,
me despido del pasado
y salgo a buscarte.

Para que me ayudes
a ser yo de nuevo.
A llenarme de besos, esperanza y alegría.
A coger tu mano y correr
tras de ti
mientras sólo veo tu falda hippie,
tus flores en el pelo.
Tu aura,
el aroma que deja
el amor de tu vida
cuando su corazón encuentra el tuyo.