Manual de tinieblas

en
Ahora que te encuentro, Ismael Serrano
Hoy 
mi alma pide poesía;
mi corazón, consuelo;
mi espada, sangre;
mi cuerpo, tu abrazo

No obstante,
la poesía se ha echado al monte,
y me ha dejado solo en la noche oscura,
tenebrosa,
despiadada.

No me rindo.
No llegué aquí para morir en la orilla,
para rendirme sin lucharte,
para dormir sin tu espalda en mi pecho.

Tengo miedo.
Lloro por dentro.
Ardo de rabia.
Hoy no renuncio a la poesía,
ni renuncio a tu aliento
ni a tus manos en mi cara,
mi boca en tu boca.

Alzo mi puño, grito al viento, maldigo al cielo y al infierno y al mañana.
Te llamo, te añoro, te extraño.
Lanzo piedras a los lobos,
denuestos a los bárbaros que asedian mi trinchera.
Odio a la vida.
Odio mi vida
vacía
banal
ciega
sin ti a mi lado.

Enciendo mis antorchas para guiarte
pese a la lluvia
pese al viento
pese a las saetas envenenadas
pese a los cuervos y los buitres.
Te llamo
con la voz desgarrada
con el corazón desangrado
con el alma herida.

Tengo miedo
pero la rabia me puede.
Rabia de tu ausencia
de la injusticia
de la derrota.
Rabia de haberme acercado a ti
tan poco
tan tarde
de doblar la rodilla a los pies de las murallas
mientras las flechas muerden mi carne.
No moriremos en Troya mañana.
Lucharemos
hasta la aurora de rosáceos dedos,
hasta la extenuación,
hasta que mi alma bese tu alma
y juntos
rescatemos la poesía.

Hoy
la poesía se ha escondido
y el dolor y la rabia cantan
gritan estridentes
porque no estás conmigo
porque no estoy contigo.
Pero gritan luchan hieren matan lloran siegan
no se resignan
a quedarse solos en la noche
sin tu calor
sin tu cariño
sin tu voz
sin tu abrazo.