Un océano de amor

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Esta bitácora, este blog no deja de ser un río de una vida, la mía.

Como un río, a veces es torrente, a veces río, a veces tempestuosa cascada. Como una vida. Y vierto al río mis penas, mis lágrimas, mi rabia, mi frustración y, cómo no, mi amor y desamor.

Lo dije en una entrada (siendo yo otro yo): cuánto amor vertido en vano en determinados momentos.

Ese amor ha tenido muchos nombres y, a la vez, ninguno. A veces fue por una mujer, a veces por una pérdida, a veces por ese fantasma que perseguía en mis sueños y que no aparecía, no aparece en mis pesadillas. Por esa ella que nunca tenía nombre, ni siquiera sonrisa.

Dolía ese amor. Me dolía a mí, y también dolía a alguna persona más, que encontraba en mis entradas similitudes, recuerdos y dolores compartidos. Incluso dolor por tanto amor vertido en vano, en este mundo repleto de personas faltas de amor.

Vosotros decidiréis si este blog es ahora regato, río, torrente u océano. Si es amor en vano o no, si tendrá nombre de una vez o será una perfecta desconocida con la que me quiero dar de bruces por Madrid.

Yo esta vez lo tengo claro, por primera vez en mucho tiempo. Empieza el trabajo, he tomado alguna decisión que me va a condicionar los próximos dos años, quizá más. Por suerte, no estoy solo en este trance, nunca hubiera imaginado tanta ayuda surgida de la nada. En lo personal, todo cambia para seguir igual. Pero dentro de mí siento que va a salir bien, que esta vez vamos a ser océano inabarcable, irrefragable, que este amor no será en vano.

Se acerca el invierno, deseo el invierno para que puedas darme tu calor.

Esta canción no te la dedico a ti: es para que me la cantes al oído cuando nos encontremos. Para que yo pueda responderte que mi amor no será en vano.

¿Es tu amor en vano?, Quique González