Por primera vez en mucho tiempo estoy tendido sobre la lona. Totalmente noqueado, con una percepción irreal, fantasmagórica, de todo lo que me rodea.
Quizá parezca injusto decir que ni la he visto venir, pero no me he enterado de nada hasta que he besado la lona, cuando lo que quería en realidad era besarte a ti.
Ahora estoy en el suelo, con un nudo terrible en el estómago, las sirenas ululando y las luces rojas encendidas. Con miedo y sin hambre, como si hubiese vuelto de un plumazo a los 15 años.
Me pitan los oídos, no oigo la cuenta atrás, no sé si me queda tiempo o no, pero me voy a levantar. Siento rabia, pena y dolor infinitos, a partes iguales. No sé cuánto me merezco y cuánto ha sido mala suerte, pero estoy en la lona. Y voy a levantarme.
Voy a recoger mi música, mi poesía, toda mi guerra y todos los partes de la enfermería. Voy a recoger todas las fotos en las que sales movida, los bolis, las gominolas, y me voy a levantar.
No voy a dejar de levantarme hasta que me mates o me beses, hasta que me despidas o duermas conmigo.