Siempre estoy perdido; quizá algún día ayudes a encontrarme. Pero además, esta semana estuve lejos y ocupado, y dejé lado plasmar aquí mi melancolía, mis derrotas cotidianas en esta guerra que voy ganando y que, sorprendentemente, acabaré perdiendo.
Y hoy, con dos cervezas y empezando a echarte de menos sin conocerte, me gustaría decirte, sin verte, «cállate y baila». Y bailar contigo y olvidarme que nunca seré feliz si no me salvas.
También decirte que te debo una canción, pero en realidad me he pasado toda una vida guardándote una lista. Cállate y baila. Y, si eso, me besas.