No escribo ya en mi bitácora, porque la vida me ahoga y me aburre a partes iguales. Antes soñaba; ahora no. Ahora me he rendido a la evidencia, ahora tengo la certeza de que todo se ha acabado, de que el camino no me ha llevado a ningún sitio. Posiblemente ningún camino ni mujer de lealtad incomparable lo hubiera hecho.
Supongo que debía tomar cartas en el asunto, comenzar la catarsis, la pira funeraria para ver si soy un Fenix o sólo papel mojado que arde mal. Romper con la masa aborregada encontrarme.
Añoro la soledad total, busco silencio e introspección hasta purgar esta pena infinita y quedarme en los huesos, descubrir lo que me falta y lo que me sobra, de entre todo este estridente tráfago que embota mis sentidos y mi mente, de todo ese veneno que destilo.
Se me han ido las ganas de conciertos, las ganas de luchar, las ganas de ti. Otra vez tirando de oficio y de manual, dejando la creatividad para ir a lo seguro, cerrando los ojos para no ver más que oscuridad.
Tengo que volver a escribir. Escribir aquí, escribir un libro sobre una puta de buen corazón y un perdedor nato abrumado por la victoria. La vida es muy corta como para no hacer lo que nos apasiona.