Antes que dormir, soñarte

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La vida se reduce, en la mayoría de los casos, a un rosario de renuncias en todas las encrucijadas que aparecen en el camino. Estoy tan lejos, tan viejo, que no veo el principio y no quiero ver el final. Me rebelo ante el destino que me echa cada día una palada en la sepultura: no me resigno, no me rindo.

No renuncio a cambiar el mundo que me rodea para hacer de éste un lugar mejor para mis hijos. No desisto de busca la felicidad en la lucha, en el arado, en los sueños, en la esperanza de que un día la vida me ponga a tu costado y me mires y me sonrías.

Reivindico el olvido, la ignorancia, todo lo que nos hace más felices. Sueño con tu abrazo y tu risa, tus carreras y tus bailes, tu respiración entrecortada mientras la música llega al corazón.