Cada calle,
cada bar sin ti es una oficina;
no me encuentro contigo en cada calle,
y cada cara,
cada vida anónima,
quizá miserable,
me desconsuela sin remedio.
Sigo enamorado de tus calles,
de tu esencia,
de todo lo que pudiste ser y no fuimos
ni hicimos
ni besamos.
Ya no te busco,
pero mendigo tus fotos
y tus palabras
como dulce ambrosía.
Pero no eres tú.
Ni nadie.
Ya no eres
ni serás
(fuiste, eso sí).
Porque yo no soy nada,
nadie,
y debo volver a encontrarte.
No hubo sitio en tu posada,
en tu vida.
Te sigo buscando.
Te sigo soñando.
Hazme un sitio en tu vida,
en tu cama,
en tu risa.