He acabado odiando mi vida. Todo lo que me rodea, por valioso que pueda parecer a otros ojos menos anegados por el dolor o las lágrimas, todo aquello que me rodea me cansa, me hastía, me oprime y angustia. Sólo quiero huir, empezar de cero, descansar mis ojos sobre algo o alguien que ofrezca un mundo nuevo, cargado de esperanza y de tierras por cartografiar; acompañado de un corazón nuevo que haya borrado todos las desventuras, las heridas y los recuerdos que me siguen atando, que me hunden en la brea para acabar siendo ese dinosaurio de vitrina de museo, digno de admiración, con un rictus de tristeza en el rostro.