No sé qué decir; quizá menos qué hacer. No queda sino batirse, probar que lo que nos trajo hasta aquí sigue incólume.
Y, cuando llegue al fin, cuando todo acabe, cuando nada ni nadie importe ya y el olvido sea manto que todo cubra ¿quién seré yo, qué habrá quedado de mí, qué camino tomaré?
Y sigue corriendo dentro de mí aquello de lo que no puedo escapar, y sigo perdido y desesperado, sigo añorando rendición y ternura y tu latido en mi oído y la paz de la derrota, la dulce muerte que todo cura.