Sigo oyendo mi música mientras repaso mis quehaceres, atoro brechas de agua, ciego ventanas. Me voy hundiendo mientras suena la música. No tengo ganas sino de llorar. No le veo solución a nada de lo que me rodea, no estoy contento con nada ni nadie, no soy feliz.
Porque todas las canciones llevan tu rostro, y no sé ni quién eres. Y yo no soy yo, casi nunca lo soy; soy producto de las circunstancias siempre urgentes o pactadas, siempre vicarias o sobrevenidas, siempre a contracorriente y con alevosía, nunca con tu paz y tu cuerpo en mi cama.
Otro día terrible, otro día de mierda. Y van 20000 así…