Corruptos y sinvergüenzas

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Me ha dado por leer a Churchill; puede ser porque no sean buenos momentos para la ternura y la introspección. Desde que dejé mi vida cómoda, mi vida privada, y salí a la palestra, a la arena, todo se ha venido abajo. Creo que esto fue una huida hacia adelante; si no la hubiera tomado quizá ahora estaría en otra trinchera, en otro país, bajo otro sol: necesitaba romper, y esta ruptura fue la menos egoísta, la más cara en lo personal. Ad astra per aspera.

No soporto a tanto hipócrita, a tanto fariseo, tanto egoísta que viene a nuestra sociedad a medrar,a vivir del cuento; que no miden sus actos porque nunca pagan ellos la factura de lo que rompen y lo que ensucian. Y si pretenden cobrarles, salen con chulería, desfachatez y caradura.

Decía Einstein que el mundo no es peligroso por aquellos que hacen el mal, sino por los que nos sentamos a ver qué pasa, sin hacer nada. Decidí saltar al ruedo con mis dos pistolas, mi caballo y el antifaz del Llanero Solitario. Suena muy poético, pero uno se siente como Will Kane cuando, a la hora de la verdad, todos te dejan solo ante el peligro. Es más, te exigen que cumplas como sheriff.

Me cansan muchos de mis semejantes. Más me cansa la basura humana que puebla la política. A veces dan ganas de dejarlos y largarse, o encerrarse en casa, en mi mundo perfecto. Salvar lo mío y dejar que el mundo se hunda.

En fin, que ser valiente no cuente tan caro, que ser cobarde no valga la pena.

Que encuentre algo o alguien que me ponga el desfibrilador y vuelva a hacer latir mi corazón.

El amor no mueve el mundo, más bien lo detiene.