Siempre podemos divertirnos

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Anoche este post se escribía mucho mejor en mi cabeza, en esa hora imaginaria entre el sueño y la vigilia, cuando las neuronas cogen la cena y se van a dar una vuelta sin las restricciones de la física. Anoche todo parecía…de otra manera.

No siempre se gana, como supongo que tampoco siempre se pierde. Ahora, allá donde miro, todo lo que pienso es una moneda canónica con su cara y su cruz, ahora todo tiene sentido a la vez que deja de tenerlo.

Sigue la mano muerta apareciendo en cada libro, en cada disco, en cada foto, en cada canción. Ahora trato de interpretar la escritura de las nubes que en su momento no leí, de justificar todas las heridas, de pintar señales en todos los caminos que me trajeron aquí, en pasar cuentas de mi desnudez, de mi falta de fe.

No es buen día para escribir; simplemente, porque no sale nada de dentro. Porque no sabes qué contar, o no puedes contar lo que sabes, o porque la vida, la puta vida, no deja de ocurrir. O porque sabes que nunca habrá nadie como ella.

Voy a pintarme una brújula en el corazón, a ver si así llego al puerto que busco. Ya sabes cómo hay que vivir la última vida un gato. Y parece que ésta es la última.

Medias rotas, Luis Fercán