Hay momentos en la vida en que no puedes más. Luchas, te esfuerzas, pones todo tu interés en que las cosas salgan… y nada sale. Nada cambia a tu alrededor, todo se complica. Pierdes la fe, las ganas, la esperanza.
Revisas todo. Absolutmente todo. Haces balance del precio, pagado y cobrado. Revisas todas las críticas, todas las acciones. Admites que puedes estar equivocado, que puedes ser víctima de la injusticia o de la propia soberbia. Todo te hace dudar de ti. Nada explica, si es así, dónde estás ni dónde has llegado. Eres un traidor, muy posiblemente seas un fraude.
No es la primera vez que estamos así, perdidos, desconsolados, confundidos.
Pero no te rindes. Algo en tus tripas te dice que hoy no es día de mojar la pólvora. Que no puede salir todo mñas cuando hay tanto esfuerzo y trabajo para que salga bien. Que, cuando lo ves todo negro y sin solución, lo único que queda es seguir peleando, seguir haciéndolo lo mejor que sabes, seguir haciendo lo que crees en quien crees.
Algún día, en algún lugar, algo saldrá bien. Pese a los miedos, pese a las dudas, pese al dolor.