Guerra, pero contigo

en
Ismael Serrano, Porque fuimos
Y entonces llegó ella.
Trajo el sol despiadado del estío,
los cafés en la ventana
y abrazos que cerraban heridas,
besos que cerraban bocas
y pies que escribían versos al caminar.
El tiempo se detuvo.
El mundo seguía rodando,
y nos arrastró de nuevo a la trinchera,
esparció las fotos por la nube,
borrada por vientos eléctricos.

Fue después
otoño y poesía,
invierno y música,
primavera y playas negras,
verano y lágrimas negras,
otoño y tiritas que esconden cicatrices,
invierno y otra vez Anibal ad portas.

Ahora tomo recuerdos prestados,
bastardos,
vicarios
de manos sujetando el café ante la ventana,
de sonrisas y risas cuando nada importa,
valientes sujetando una cerveza
y esperanza que brota de sus dedos.
Con ellos
oculto el barro de esta trinchera,
húmeda, fría, carcelaria,
de esos trenes infinitos hacia un frente de dolor,
la sensación de que la vida es guerra,
lucha,
rendición,
renuncia.
Guerra que recorre un camino,
lucha que persigue un sueño,
rendición que gana la paz
renuncia para ser feliz
el día que mires sus ojos
y veas su corazón
esperando al tuyo.