Éste es mi último poema triste.
Porque a partir de hoy,
si caigo, caigo hacia ti.
Porque he aprendido
que es mejor morir que perderte.
Que mis errores, mi traición,
mis delitos, mis errores,
me dejaron solo
y me hicieron más valiente.
Sé, desde que me dejaste
que nunca más soltaré tu mano.
Que verás en mis ojos
solamente los tuyos.
Que nada me apartará del camino
que lleva a tus caderas.
Que saltaré al vacío
si es de tu mano.
Que te enseñaré mi sol tranquilo
y el negro envés de mi corazón.
Que nunca más,
nunca más,
nunca más
te venderé por tan poco.
Y cuando te des cuenta,
te daré las flores que te robé
y dos más,
cumpliré las promesas que te hice
y dos más.
Sacaremos nuestros sueños a sol
y dos más nuevos.
Me enseñarás París, Nueva York, Estambul
y elegiremos dos más.
Que saltaremos todos los obstáculos
que ahora nos asedian,
todas las ruinas del desastre,
y construiremos la cabaña
al otro lado del dolor.
Que viviré una vida completa a tu lado,
y luego otra,
y luego otra,
sabiendo que eres tú,
que somos,
y lo que es más importante,
que seremos.