Llevaba mucho tiempo buscándote,
pero fuiste tú
quien me encontró.
Nos prometimos todo,
ebrios de amor
y nos dimos tantos besos
que se enfadaron los transeúntes,
los viajeros del metro
y los vecinos de al lado.
Sé que no soy mucho más
de lo que ves;
quizá sea,
incluso,
mucho menos.
Lo que ves es lo que hay,
sin un ápice de maldad,
un tullido emocional,
un Peter Pan ridículo
que busca escaparse,
contigo,
a Nunca Jamás.
Soy una cacofonía de errores,
un coro de "lo siento",
un mar muerto de lágrimas,
un laberinto de cobardes,
un jardín de hiedra egoísta,
una hiena que llora mientras ríe.
Y, pese a todo,
sigo en pie,
sólo porque tú
existes
y estás en mi vida.
Gracias.