Tanto que duele

en
Mi contradicción, Marwan
Te busco
entre los pliegues de mi alma
y aparto de mi mente,
de mis dedos,
el dolor infinito que cruza el espacio
y me llega desde tú estás.

Si éstas fueran
mis últimas palabras,
serían
lo siento,
te quiero,
mi chica,
siempre.
Pero nunca sé
si son las últimas
o las penúltimas;
si el dolor es un barrio de la soledad,
una parada de metro con vía de dos sentidos
o una maleta invisible que arrastro por el andén
con la esperanza de que la confisquen las autoridades,
de que la abras y la tires por la borda
mientras nuestro iceberg hunde al Titanic.

Soy un arbusto
espinado de dudas y preguntas,
un corazón
que dispara a los pájaros que viven en mi cabeza,
un terrible maremoto
que arrasa nuestra playa
una
y otra
y otra vez.

Y nunca estoy donde espero encontrarme,
siempre estoy donde creo esperarte,
vacío, herido, temblando,
sujetando mi corazón entre las manos ensangrentadas
y conteniendo un vómito del alma que me ahoga,
una ausencia de ti que todo lo barre,
un saco de esperanza cosido a puñetazos,
un libro con las páginas desgarradas
muriendo al viento.