Hoy no es un día para el recuerdo,
porque hoy también me faltas.
Esta mañana te he buscado,
a mi lado, en mi cama
y sólo estaba tu hueco frío,
tu aroma a café y a rosas
y un pendiente huérfano
que me mira desde la lámpara.
No encuentro tus mensajes,
tu teléfono, tu correo,
tu ropa tirada en el suelo
o a las musas juguetonas
que me dictan tus poemas.
Tan sólo tu ausencia
que lo llena todo
cuando me faltas.
Y ¿qué puedo hacer yo
cuando Madrid no nos acerca,
cuando tu risa brilla por tu ausencia,
cuando no estás aquí?
Puedo escribirte poemas,
llenar bitácoras,
perseguir sueños y crear refugios,
soñar que el mundo está loco
y nos tiene manía persecutoria.
Imaginarte durmiendo, riendo, viviendo
mientras yo te espero
despierto, llorando, muriendo.
Son los efectos secundarios
de tu ausencia prolongada.
Esta mañana te he buscado,
como todas las mañanas,
y no estabas.
Hasta que te encuentre,
hasta que alargue mi brazo
y encuentre tu mano,
seguiré escribiendo poemas,
metiéndolos en botellas
y lanzándolos a ese océano
de cemento, de asfalto,
de distancia, de tiempo,
de tristeza, de dolor,
que nos separa.
Hasta que volvamos a encontrarnos,
no habrá días para el recuerdo.
Porque me faltas.