Zihuatanejo

en
Balada del fuerte perdido, José Guardiola

Tengo pendiente un poema que he entregado a una mujer de belleza y lealtad incomparables, un cuento difícil de escribir y otro poema que me bulle en el corazón y apenas me sale por las venas que me acabo de cortar. Así que tengo trabajo para este blog.

Pero hoy no es día de mojar la pólvora. Hoy es día de mirar al frente y caminar, insensible a las piedras y las cadenas. Hoy es día de secar lágrimas y penas, mirar el horizonte y buscar tu puesta de sol, tus brazos y tus caderas. Hay que cerrar las heridas, dejar atrás los errores y luchar con una sonrisa. ¿Verdad, compis?

Zihuatanejo, me dijo. Palabras de ésas que cobran significado por sí mismas, cuando el destino se tuerce y nos deja en la cuneta mientras vemos alejarse la diligencia. Y fue Zihuatanejo lo que nos mantuvo vivos para poder terminar fundidos en un abrazo.