Para ti

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Que no te rindas, El Cifu

Quiero decirte tantas cosas que todas se quedan en el teclado. A veces siento que se me estrecha el corazón, y me quedo sin recursos para decirte nada: se acaba la música, la poesía y aun este púlpito que me construí para gritarle al mundo y que, ahora mismo, ha perdido todo su sentido.

Pero hoy sé que las cosas no van como esperábamos, que las cosas no van bien. Que la vida, por culpa de las personas, se ha vuelto más áspera, desabrida y afilada. Tanto, que hiere.

No tengo soluciones para el dolor. La vida, a veces, nos atropella. Porque es cruel, porque somos meros números en un bombo, porque somos individuos que acabamos viendo todo de un lado. No lo sé, pero las cosas nunca salen como uno espera.

Las personas duelen, el amor duele.

No te puedo decir cómo solucionar esto. No te puedo decir cómo he superado yo mi dolor, mis miedos, mis errores, porque no lo he hecho en muchos casos. Porque sigo tan herido que me doy miedo y soy incapaz de curarme. Sólo sé caminar. Caminar hacia ella, caminar con la esperanza de que algún día, en algún lugar, algo salga bien.

Muchas veces en mi vida me acosté derrotado; ahora aún lo hago. Muchas veces he llorado, he gritado y me he desesperado. Muchas veces me he desangrado en silencio y soledad.

Me sigue ocurriendo ahora, todos los días de mi vida. Pero he conseguido no rendirme.

Sólo puedo decirte que no te rindas. Que hay mucho de esto en la vida que nos impide ver que la realidad tiene muchas caras, y que no tiene por qué gustarnos, que tenemos que aceptarla pero es lícito querer cambiarla.

Todo cambia. Y, sin embargo, hay cosas que están ahí: el amor, el cariño, la lealtad. La lucha será dura, siempre lo es. Y las personas hieren, el amor hiere. Lo importante es si esa herida, si ese amor es malvado o sólo culpable. Porque culpable siempre lo será: él es la causa de ese dolor.

No te puedo dar consejos sobre el amor: yo mismo fracasé en todas las plazas. Por cobarde, me temo, y ya sabes qué se dice de los amores cobardes.

Ahora mismo sólo te ofrezco mi mano. No me sirve ya la poesía, la música ni las palabras. Sólo mim mano que no te soltará si no quieres. Que se hundirá si lo que nos toca son los billetes del Titanic. Que te seguirá cuando la tormenta arrecie. Que sonreirá cuando salga el sol porque tú sonrías.

Al otro lado de la mano estaré yo: imperfecto, cobarde, erróneo, egoísta, triste, derrotado, destrozado. Pero sincero, leal, duro y decidido a enmendar sus errores, a no dejar solas a las personas que valen la pena.