Todavía no creo
que la distancia sea la que nos separa,
que mi no fuera un puñal,
que mis silencios, precipicios.
Y ahora vago entre tu pelo,
buscando tu sombra entre la noche,
oyendo el viento entre los olmos,
tapando mi boca con besos de hilo
que no cosen corazones rotos.
Que ayer estabas entre mis brazos
y hoy
el hueco que has dejado
se ha tragado un océano entero
con sus islas, barcos y ballenas,
y todavía cabe más y más pena,
al no saberte a mi lado.
No me gustan las despedidas,
pero menos aún
la ausencia que queda
cuando no estás.
Ven.
O voy.
Pero no nos quedemos así;
no me dejes
otro día sin ti.