"Deberíamos
inventar nuestro propio idioma"
- dijiste,
a la manera de Diego Ojeda.
"Quizá es que ya lo tenemos"
- respondí
"y no nos damos cuenta
y nos perdemos
el la tristeza,
ahogados
con el ruido del mundo".
"Podemos ponernos
a hablar ese idioma
donde la mirada
pide perdón y da cariño,
donde las caricias
borran cicatrices;
donde los besos
significan que la paz
está llamando a nuestra puerta
para quedarse a dormir.
Donde un abrazo
es el mejor refugio
cuando la pena aprieta."
"Olvidemos
las palabras que solo sirven
para describir las cosas
y ponerle nombres al dolor;
borremos
esos términos
que confunden,
torpedean,
cañonean la vida a bocajarro;escuchemos
tan solo
ese idioma
que hablaron
tu corazón y el mío
la noche en que me besaste
por primera vez".