¿Qué pasaría si encontrases al amor de tu vida?
Si, cuando ya has perdido toda esperanza, cuando te has rendido a la vida, cuando has decidido que la derrota no es un mal lugar donde caer muerto, encuentras a alguien que lo pone todo patas arriba. Que te devuelve la ilusión, las ganas de guerra y paz, el deseo de ver amanecer en Berlín o en La Palma.
¿Qué harías si sintieras que tu tiempo se escapa, que los segundos sin él/ella son perdidos, derramados en tierra, sembrados en yermo?
Qué harías si sintieras que tu vida no tiene ya sentido. Que todos tus bienes, conocidos y situación hasta ahora no sirven para acallar tu dolor por la ausencia de esa persona, que toda tu vida tiene sentido ahora por él/ella, y lo de antes no es más que un lastre, un viejo tren que te ha traído hasta esta estación término que son sus brazos, sus palabras, su corazón.
Qué harías si quisieras elegirlo, elegirla. Si quisieras rendirte ya a sus encantos y sus miserias, si quisieras terminar tu vida a su lado. Si renegaras ya de tu pasado para crear un último futuro, con esa sensación de prisa y necesidad del otro.
Qué harías si el mundo te cerrara las puertas y tú trataras de saltar la valla. Que harías si tu soledad te ahogase día tras día, si la impotencia te aniquilase, si el dolor se mezclara con la alegría, y te cruzara el rostro, el corazón, el alma erizada de saetas. Qué haría si murieras por dentro todos los segundos que no estás a su lado, que no oyes su voz. Qué harías cuando los silencios son los momentos del día que te tumban sobre la lona.
Qué harías si la vida te gastara putada tras putada. Si no te quedaran ganas de vivir ni de luchar, sino de rendirte a su lado, de empezar de cero. Qué harías si no encontraras sentido a nada, si no entendieras el mundo, si los apagones desgajaran tu alma, si la ignorancia te trizara en mil pedazos, si no supieras qué pasa, qué decir, qué hacer, si fueras un ciego en un laberinto con las luces apagadas.
Qué harías si tuvieses al amor de tu vida a tu alcance y no pudieras tocarlo. Ni tocarle el alma ni el cuerpo. Qué harías si llegar a él/ella fuera tan difícil como el camino recorrido, qué harías si se borran las direcciones en el cielo con cada soplo de viento, si el mundo es un criptograma.
Qué harías si te sintieras un toro triste sin ganas de vivir, que embiste por oficio porque todo está perdido. Que harías si tuvieras que luchar contra quien amas y te rindieras a sus pies todos los días. Qué harías si nada sale bien nunca, y sigues en la brecha cuando lo que quieres hacer es huir donde nada duela. Qué harías si no entendieras nada, si todo fueran contradicciones y tú en medio del huracán, sujetado la partitura y cantando tus canciones de amor para no perderla de tu lado.
Qué harías si tuvieras el corazón recosido, el alma recosida, anhelando sus besos, sus caricias, sus palabras, su cuerpo. Qué harías si recorrieras el Polo Norte para entrar en un iglú a llenar el depósito, y de nuevo 3000 kilómetros más hasta volver a verla y la vida dándote mamporros y tú sin entender nada pero siguiendo ahí, estoico, impasible mientras el granizo y las piedras y las palabras laceran todo tu cuerpo, pero la consigna es aguantar, porque la has encontrado, porque es tu última vida y sabes, por fin, con quién quieres perderla.
¿Qué harías si encontraras a tu alma gemela y se te escapara todos los días entre los dedos?