Me pides guerra
cuando trajiste la paz a mi vida.
Y no dejo de mirarte
mientras sonríes,
cuando hablas,
cuando tus manos buscan
en el aire mis labios.
Me pides guerra
y me faltan palabras para rendirme,
me faltan miradas para perderme en tus ojos,
me falta tiempo,
mucho tiempo
para perderme contigo
en el bosque de tus abrazos sin salida.
Quizá yo te traje guerra,
o lucha o pena o tristeza,
pero tú
trajiste la paz, como te he dicho,
y la alegría
y la risa
y la esperanza
y convertiste mi campo de batalla
en nuestro,
siendo flor entre las ruinas
y escudo para mi corazón
y música para mi alma
y ternura para mis cicatrices
y lluvia que acalló los disparos
que rasgaban la noche entre aullidos.
Así que te llamo paz,
ternura,
dulzura,
seda,
paciencia,
consuelo,
casa.
Te llamo casa.
Porque mi hogar se encuentra
donde tú estés.