3. Día de feria

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¡Y que curioso!

El traje gris del escaparate concitó la atención de un transeúnte. La poesía, la melancolía, la música y la conversación comenzaron a fluir. Había encontrado una flor en medio de un campo de ruinas.

Así que desempolvé todos mis sueños, comencé a construir mis castillos en el aire. Saqué la poesía y la música, y todo volvió a florecer por dentro y, creía que por fuera.

Pero el traje gris seguía ahí. Quizá era una imagen demasiado incrustada en el subconsciente para ignorarla. Quizá ya nunca podría quitarme el disfraz, las etiquetas, la falta de cerebro, valor y corazón. ¿Habré perdido ya el partido sin saltar al campo?

Desde hace medio año soy feliz. Aunque no os lo creáis. Soy feliz porque he encontrado la última pieza de mi puzzle. Una pieza que me completa y, además, me permite crear un puzzle nuevo, dentro y fuera del otro puzzle.

Una pieza que me permite recuperar mis sueños, que me exprime la poesía y me hace construir castillos en el aire, sorpresas a media noche, planes de contingencia y escapadas en la noche. La vida ha vuelto a llenarse de objetivos, retos, ilusiones. De alegría de saber que no todo tiene que seguir siendo como era hasta entonces.

Me sigue pesando el traje gris. Me sigue pesando una imagen literaria que esconde a ojos ajenos mi alegría, mi felicidad. Que impide que vean el milagro que se ha obrado en mí, la esperanza, la determinación con la que he vuelto a luchar.

Al final este blog (bueno, en realidad otro, porque este blog nació para ocultar otro por cosas de la vida) quizá no es más que una válvula de escape de una persona normal, como tú, que debe vivir en este mundo aburrido, hostil, impersonal. En el que no puedes sacar la poesía, la música, los sentimientos, en el que abrir el corazón pasa factura. Mejor abrirlo en un blog, escudado en el anonimato, escondido entre las letras, lanzando botellas y conversando también con almas gemelas, con los mismos miedos, inquietudes. Con el respeto mutuo, las caricias, el cariño y el consuelo sincero que nos damos entre nosotros porque todos andamos un poco así.

Así se mantiene este blog. Para no ir por el mundo con el corazón abierto, lo abro aquí. Y gracias a ello te conocí, a ti, sí, a ti, o me conociste. Y cambiaste mi vida.

Pero no creáis que hay un hombre de traje gris tras este blog. Quizá lo que haya sea un cincuentón que tiene una vida cómoda y aburrida, que puede ser profesor u oficinista o alcalde o director de una oficina bancaria o pianista en un burdel. Pero no un hombre de traje gris. Debajo de ese traje gris hay una persona real, con miles de facetas, luces y sombras, que dista mucho de ser el perfil plano con que tratamos de recrearnos en estas bitácoras. Leemos mal el mundo y luego decimos que nos engaña.

Que no todo es tristeza, ni locura ni desesperación. En realidad, en nuestra vida real, casi todo lo contrario. Nada es tristeza ni locura, ni mi vida solo poesía y música. Mi mundo es normal, y bueno, y yo soy normal y bueno y una persona (Ctrl-C Ctrl-V) «optimista, soñador, generoso, inocente, creativo, alegre. Hasta inteligente a veces. ». Y mucho mejor ahora que te encuentro.