Nuestro hombre de traje gris seguía caminado enfundado en su gabardina, siendo por dentro lo que seguía siendo: una persona (Ctrl-C Ctrl-V) «optimista, soñador, generoso, inocente, creativo, alegre. Hasta inteligente a veces. ». Pero le gustaba ese traje, esa melancólica, casi cinéfila sensación de antihéroe derrotado que, incapaz de vencer su destino, sucumbirá con estoicismo a la catástrofe.
Pero de ninguna manera era sí. Bueno, soy así. Sigo conservando mucho de lo que era antes, toda la alegría, las ilusiones, la creatividad, la fuerza y la decisión. Y los sueños. Todos los sueños. Todos están guardados, etiquetados, con la madurez suficiente para saber que, si se presentaba la oportunidad, trataríamos de llevarnos el premio gordo en la feria del pueblo.
No obstante, la imagen proyectada seguía enfundada en el traje gris, seguía recorriendo un camino ficticio de baldosas grises con un espantapájaros sin cerebro, un león sin valor y un hombre de hojalata sin corazón. Queda muy bien en los cuentos toda esta historia, mucho mejor que decir que uno tiene cerebro, valor y corazón y que lo usa todos los días. Porque si no fuese así, hace tiempo que me habría estrellado contra la acera.
Cuesta que me vean debajo de traje, cuesta que crean que llevo una camisa hawaiana que me gusta más que el traje gris. Parece que cuesta que lo crean, parece que es más fácil creer en el espantapájaros, el león y el hombre de hojalata. Más fácil que creer que hay un hombre detrás que desea poesía, música, conversación inteligente, dulzura, delicadeza. Y que además sigue adelante en ese día a día, tomando decisiones sensatas y sesudas, dando la talla cuando se le exige, plantando cara si hace falta.
No valgo más que nadie. Tampoco valgo menos que nadie. Soy igual que tú, con mi corazón espinado deseando conocerte y mi armadura para protegerme del mundo. Voy con ella cuando lo creo conveniente, cuando el mundo aprieta: es fruto de la experiencia y las heridas. Me la quito cuando hace calor o estoy con buena gente, y vuelvo a ser una persona (Ctrl-C Ctrl-V) «optimista, soñador, generoso, inocente, creativo, alegre. Hasta inteligente a veces. » cuando la gente olvida que mi traje gris es un disfraz.
Y añoro la poesía, la música, la ternura y abrir mi corazón cuando encuentro a alguien especial. Porque en esta puta vida, con tantas soluciones y compromisos, con tanta comodidad, no encontré la solución óptima para mi aventura, y me conformé con seguir adelante caminando, pensando que esa solución serviría.
No, no era ni soy un hombre de traje gris, sin cerebro, corazón o valor. No esperes, cuando estés a mi lado, que me comporte como ese chico triste y solitario. Si me comporto así, es porque no somos amigos. Porque no soy un hombre de traje de gris. Sé lo que hay en Oz, quién es el mago. Sé lo que hay en Ítaca. Sé muchas cosas. Hay en mí mucho más de lo que parece.