Te debo un poema,
casi por accidente del destino,
y aquí va.

Para que despiertes en tu mañana,
tras la resaca
y el cansancio
y las telarañas del sueño
y la paz que deja la tormenta cuando pasa.

Te debo un poema
que construya un poemario de adioses,
una biblioteca de despedidas
y un cementerio de sueños.

Te lanzo un poema.
Uno que no es mío y lo hago tuyo,
y otro que era mío y ahora es nuestro.
Para que veamos la puesta de soles distintos,
la partida del metro que nos separa,
el calor del hogar apagado,
el frío de los besos funcionarios.

Te ofrezco un poema para que te salve.
Para que te agarres fuerte
y tus noches sean cortas,
tus días luminosos,
tu risa, verdadera
y tus besos
sean misiles de amor
que me derriben en el patio
y me digan, mientras me matan,
que mi muerte valió tu pena.