Un día de esos en los que las situaciones te superan. Un día de esos en los que el alma decide no levantarse, y vagas como un espectro por el trabajo, pensando en otra vida, en otro cuerpo, en otra realidad; hipnotizado, drogado por tu ausencia.
Un día descentrado, de esos que tantos tenía y contra los que debo luchar, de esos que pasa el tiempo y sólo quieres verlo pasar, deslizarte hasta que el destino nos vuelva a cruzar. Un día de echar de menos, de melancolía, de derrota interna sin motivos.
Los días que tanto debo evitar para no volver a rendirme antes de tiempos. Ya que, puestos rendirme, a abandonar, a renegar de mi pasado y de mi presente, a dejar de pensar, prefiero hacer todo eso entre tus brazos hasta el fin de mis días.