Llegaremos a Cordura

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Si tan solo te pusiera rostro, encontraría de nuevo las llaves para abrir el cuarto de los poemas.

Si adivinara tu aroma, tu fragancia, tu perfume magnético, podría volver a salir de casa a comprar el periódico, sin miedo a que los diarios proclamen mi condena o tu desposorio.

Pudiera oír tu risa, e iluminar con ella mi casa, mi calle y hasta cargar mi coche eléctrico, aunque sigo a tientas tratando de encontrar unas cerillas o una bujía o una estrella en miniatura que no haya agotado su combustible como yo.

Si notara tu calidez en mi pecho, tu piel en mis manos, mis manos en tu espalda, mi cabeza en tus tetas regazo, bailaría tregua y catala, ablandaría el ladrillo, escaparía de la masa pegajosa que se proclama mundo, dejaría de plagiar a Cortázar.

Si te viera una noche de verano, a la luz blanquecina de los tubos fluorescentes de un chiringuito de piscina de un pueblo de Soria, oyera tu risa, tu alegría, tu pelo alborotado, tus pulseras sobre tu piel morena, tu tatuaje de golondrinas, el tirante de tu sujetador… tendría la esperanza de un erizo decidido a cruzar la carretera.

Si supiera que esta noche voy a dormir contigo… ¡Ay, si lo supiera!