Ayer te dejé un concierto a deber. Otro más.
También me lo perdí yo, ya no sé si por mi culpa, por el trabajo o porque nunca encuentro con quién ir a los conciertos tristes.
Así que no te lo pedí. Y, por tanto, no fuimos, y no te cogí de la mano y no te besé mientras nadie nos miraba y no me desperté a tu lado.
Quizá porque tuve miedo a que pasara todo esto.
Quizá porque no sepa aún quién eres.
Quizá porque no sepa quién soy.
Quizá porque tú seas tan de Oasis y yo tan de Luis Ramiro
Quizá, casi seguro, porque me he rendido en esta batalla, mientras el resto de la guerra va viento en popa.
Así que un concierto menos y una raya más en el corazón, triste y ajado, que se adentra en la oscuridad cada vez más resignado.
El concierto era del amigo Fabián