Quebraderos de cabeza

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Recuerdo muchas cosas. Quizá demasiadas.

Recuerdo decirle a mi padre que tenía ganas de alcanzar cierta estabilidad porque, de esa forma, acabarían mis quebraderos de cabeza. Y me decía nunca se acabarían: tenía razón.

Estoy harto de los quebraderos de cabeza. Sobre todo, aquellos que salen gratis como setas de otoño.

Creía que, al tener mi casa pagada, mi familia, mis coches, mi trabajo y cierta estabilidad confortable y acostumbrada, todo sería suave, muelle, lene. Fácil

Pero mi casa se hace vieja y hay que mantenerla. Mis coches se hacen viejos y no salen del taller. Mis hijos se hacen mayores y sólo me dan trabajo. Mi trabajo, en el que debía estarme quieto para salir en la foto, no para de ser una montaña rusa de líos y complicaciones.

Podría ser expeditivo (no, no es esa la palabra porque suelo serlo). Podría tomar el camino fácil y dedicar el dinero ahorrado a quitarme esos quebraderos: cambiar de casa, de coches y hasta de esposa. Todo nuevo funciona mejor, y me quito quebraderos de cabeza por otros 10 o 15 años. Desgraciadamente, mi educación y crianza hacen que, si hiciera esto, no pudiera dormir por las noches (salvo que una mujer de belleza y lealtad incomparables me convenciera con sus encantos cada noche de lo contrario). Así que esos quebraderos son casi inevitables. Aparte de que, cuando me dejan solo y empiezo a aburrirme, decido cambiar todo lo que me rodea, explorar el terreno por si atacan los bárbaros o excavar ruinas, trepar a las cumbres, subir a los árboles. Soy un espíritu libre. O un culo inquieto.

Pero lo que de verdad me machaca es la gente. La gente que te causa quebraderos por su desinterés, por su mala baba, por su egoísmo, por su inutilidad suprema. La gente que ponen para ayudarte a eliminar quebraderos y te causa todavía más, los funcionarios arquetípicos cargados de ego y egoísmo a partes iguales, los profesionales que cobran soldada como tal y a duras penan alcanzan el rango de aficionados. Aquellos a quienes les confías bienes para eliminar quebraderos de cabeza y te causan más quebraderos nuevos.

He cerrado mis redes sociales para alejarme de la gente. Pierdo, de alguna manera, a mucha gente buena, pero es que las redes están repletas de pequeños egoístas, de grandes hijos de puta que te roban tiempo, fuerzas y te causan quebraderos de cabeza. Y ahora mismo estoy para buscar plaza de médico en Alaska.

Tengo que plantearme seriamente mis planes de dejarlo todo. No puedo fallar en eso, y tener otro quebradero de cabeza.