Sin ganas de vivir

en
Flor de un día, Borja Mompó

Será porque me he hecho viejo; quizá porque estoy enfermo y aún no sé. Será porque no echo de menos una piel y un aliento por las noches, porque he renunciado a recorrer los bares de Madrid de tu mano, a ver amanecer sabiendo que luego dormiré a tu lado.

Puede que me haya cansado del oficio, de ser mero instrumento para un fin que ya no persigo. Será que he descubierto que mis metas no eran tales; que mis sueños, ataduras. Que tu risa, quimera.

Camino mecánica, desacompasadamente. Han pasado varias horas desde que empecé esta entrada. Otra vuelta de tuerca. Otra piedra subida a la cima que ha rodado hasta mis pies. Me aburre vivir sin un objetivo claro, tan solo mantener en marcha esta maquinaria, esta inercia, este contrato social y estas apariencias que no me llevan a ningún sitio. A la muerte, posiblemente.

A una muerte típica, arrastrado por los sueños abandonados, sabiendo que no hay sitio a donde ir. Solo dormir, cerrar los ojos y esperar que llegue el otro día. Y luego el otro, y el otro. Y mientras tanto, a ablandar el ladrillo, a seguir dando vueltas a la noria sin zanahoria, por costumbre o por desgana o por hastío.