No me quedan ganas

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He dejado de escribir y de leer. Tengo dos poesías en la cabeza, una titulada «Cartografías efímeras» que la inspiró el mar de nubes que vi desde la ventanilla del avión mientras volvía de Mallorca, de un viaje de trabajo. La otra ni la recuerdo.

Pero se me han ido las ganas de todo. Quiero dormir, porque así el tiempo pasa rápido y la realidad duele menos. Duele menos el fracaso de no vivir la vida que yo quiero, de haber perdido a Andrés Suárez, de que Luis Ramiro me haya perdido porque me he rendido.

Sigo sumido en el tráfago, en el desconcierto; en la urgencia y la defensa cerrada pero caótica ante todo lo que se me acerca. Con la dudosa esperanza de poder esconderme en mi cueva e hibernar hasta que llegue la muerte o la desgracia, probablemente en orden inverso.

Ahora mismo, nada tiene sentido.